CAOS EN LA COLMENA
Puede escucharse mientras
se sigue el texto en el
vídeo que figura al final
Un grupo de abejas, procedentes
de la Comuna de París, aterrizaron en una colmena, llevando sus
ideas y pretendiendo imponerlas a toda la comunidad.
No admitían la figura de la
Reina, ni la organización del trabajo, ni el diseño de los panales.
Defendían que,
geométricamente, es más perfecto el círculo que el hexágono o
cualquier otro polígono. Comenzaron convenciendo de ello a las
obreras, porque los zánganos ya estaban convencidos; y es que, a los
zánganos, se les puede convencer de cualquier cosa, y aún más, si
ello no les supone ningún esfuerzo.
Tras exiliar a la Reina, se
fueron infiltrando sigilosamente en la comunidad y aplicando sus
nuevas ideas.
Una de las cosas que más les
molestaba era que la cera de los panales la usaran luego para hacer
velas. No podían tolerar que se usaran en los templos, puesto que
ellas se oponían a cualquier jerarquía, incluso la religiosa.
Convocaron una asamblea para
debatir qué podrían hacer y, tras interminables discusiones se
votó, a mano alzada, hacer los panales tal como los hacían las
avispas, de papel. Así, como mucho,
se podrían usar en la fabricación de libros para pensar, en lugar
de velas para rezar.
Durante
los días que duró la asamblea, se vio interrumpida toda la
actividad de la colmena, porque no había una Reina que organizase el
trabajo; y comenzó a agotarse el suministro de miel y polen, pero
finalmente volvieron al trabajo aunque, sin organización, cada cual
hacía lo que le venía en gana.
Las
exploradoras no regresaban a hacer su danza del ocho para indicar la
dirección y la distancia de las flores, sino que se atiborraban de
néctar y, cuando ya estaban bien hartas, regresaban para hacer la
danza; pero, con la tripa llena, la precisión matemática que siempre
había caracterizado sus mensajes, desapareció y las otras abejas
acababan aterrizando muy lejos del preciado néctar.
La
Reina había sido destronada y exiliada, cosa que aprovechó para
montarse un nuevo enjambre con algunas obreras y unos pocos zánganos
que la siguieron. Por eso en la antigua colmena se había agotado la
jalea real, las larvas ya habían eclosionado en los antiguos panales
hexagonales de cera, pero en las nuevas celdillas circulares de
papel, no había huevos, ni tampoco miel.
Los
nuevos panales de papel, a poco que lloviera, se mojaban y, al
contrario que los de cera, se deformaban y hasta se llegaban a
deshacer. Además era muy difícil acoplar entre si las celdillas
para formar el panal. Mientras que la hexagonales se acoplaban
perfecta, firmemente y sin resquicios, las nuevas celdillas
circulares dejaban muchos espacios huecos entre ellas y la estructura
resultaba muy endeble, aparte de permitir en aquellos huecos la
proliferación de parásitos que contaminaban e invadían toda la
colmena.
Muy
pronto comenzaron a escasear los comestibles y el enjambre comenzó a
pasar hambre, por lo que muchas abejas murieron de inanición; y las
que sobrevivieron, acabaron volando en busca de comida y de otra
colonia que no estuviera gobernada por aquellas antisistema.
Con
todo esto y la ausencia de huevos, por falta de la Reina, quedaron en
aquel remedo de colmena, sólo aquellas que habían cambiado todo lo
establecido, pero no para mejorar todo lo mejorable y respetar todo
aquello que funcionaba.
Sin
zánganos ni obreras y, por tanto, sin nada que comer, tuvieron
también que emprender el vuelo y buscarse otro enjambre que les
permitiera aplicar sus teorías.
Siento
pena por la colmena en que aterricen. Más les valdría que les
cayera un pedrisco.
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