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miércoles, 9 de marzo de 2016

IV.- Cloe quiere... viajar


Cloe, pasó su condena de reclusión casi sin darse cuenta de que le faltaba lo más importante de su dieta, gastronómicamente hablando. Aunque grano no le faltaba, echaba de menos sus saltamontes. ¡Tanto como los había pedido, hasta lo intentó hacer hablando en humano!. Pero todo llega a su fin y su confinamiento también. ¿Habrá aprendido algo?

Otro día "Cloe quiere... cazar"



CLOE QUIERE VIAJAR

Puede escucharse mientras 
se sigue el texto en el 
vídeo que figura al final

Era el mes de Marzo cuando sacaron a Cloe de la jaula y enseguida se marchó al montón de estiércol y se puso hasta arriba de comer bichitos, llevaba muchos meses de comer sólo grano y ahora no le apetecía.
Pasó a saludar a Muuriel y a Woffe, y volvió a su cacería en la Montaña de Basura, que no se llamaba Justina ni lo sabía todo, pero era su Montaña de Basura.
Era el tiempo de:
Volverán las oscuras golondrinas...”
y los nidos que colgaban del balcón, que llevaban desocupados desde Septiembre, comenzaron a verse habitados. Cloe les daba la bienvenida a todas, compartió unos gusanitos con una de ellas y pegaron la hebra.
- ¿De dónde vienes?
- De África del Sur, de pasar el Invierno, porque allí no nieva ni hace tanto frío.
- ¡Qué maravilla!, pues a mí me gustaría ir.
- No creo que puedas, porque no vuelas.
- Sí, lo intenté una vez pero no funcionó, sin embargo lo podría hace a pie.
- Está demasiado lejos y tardarías años; además hay que cruzar el mar ¿ya sabes nadar?
- No, también lo intenté, pero nanay, no obstante algo podría ver lejos de esta granja que ya tengo muy vista.
- Claro; a una hora de vuelo, que para ti puede ser una semana de viaje, hay un bosque precioso con un lago azul que es una maravilla. Yo me doy un paseo por allí de vez en cuando, porque hay unos mosquitos exquisitos, gordos y abundantes.
- Pues bien; ya me dirás en qué dirección queda, porque he decidido ir a verlo
Así que fue a despedirse de Muuriel y le contó lo que pensaba hacer.
- ¿Todavía no te has enterado de que eres una gallina y no una golondrina? ¿no sabes los peligros que te puedes encontrar?
- Pues la golondrina va allí a menudo
- Sí, pero ella vuela y sólo le alcanzan los peligros del aire, pero a ti, además, te alcanzarían los que van a pie. Pregunta a Woffe y ya verás.
Cloe se fue al pie del árbol en el que dormía a la sombra Woffe, como de costumbre, y le dijo:
- Muu me ha dicho que te pregunte sobre los peligros que me amenazarían si salgo de la granja.
- Como gallina tienes muchos enemigos en tierra y en el aire, pero el peor de todos es la zorra. Es muy lista y su bocado favorito son las gallinas. Yo me he tenido que enfrentar a unas cuantas y no creas que es fácil. Te recomiendo que te quedes aquí.
Pero Cloe nunca atendía a razones y, cuando tenía una idea en su cabecita, era incapaz de cambiar. Así que una mañana temprano, sin decir nada a nadie, se puso en camino hacia donde le había dicho la golondrina que estaba el lago.
Pudo salir de la granja por un agujero que había en la malla de la cerca, y se internó en un bonito valle cubierto de margaritas blancas y amarillas.
No le faltaba alimento, porque por allí pululaba una legión de insectos, comió y siguió caminando. A lo lejos se podía ver el borde del bosque y pensó que antes de anochecer llegaría al fin de su primera etapa. Antes de llegar vio un roquedo a mano derecha, con unas cuevas y madrigueras. Un conejo la saludó al pasar y se volvió a encerrar, asustado.
Estaba anocheciendo; Cloe fue capaz de preguntarse por qué se había escondido el conejo, pero no se lo tuvo que pensar mucho. Un animal raro, parecido a un perro y con cola abultada y larga se iba acercando. Por lo que le había contado Woffe, aquello era una zorra y se notaba que se la pensaba comer.
De una ridícula carrerilla y balanceándose, se acercó a las rocas. Encontró un agujero de su medida y se metió lo más profundo que pudo.
La zorra quiso entrar, pero no cabía. Metió una zarpa y casi tocó a Cloe, que se quedó inmóvil, pegada al fondo del hueco, sin atreverse a mover ni una pluma.
Se echó la noche y la zorra continuaba haciendo guardia en la boca de su refugio. La noche se le hizo a Cloe muy larga y le dio tiempo a pensar una cosa, no más de una porque le era imposible.
- Con lo bien que estaba yo en la granja. Debía haber hecho caso a Muu y a Woffe. Si salgo de ésta regresaré y no me atreveré nunca más a salir de viaje, es muy peligroso.
Al clarear la mañana; la zorra, aburrida, había abandonado la vigilancia y los alrededores. Cloe salió, con más miedo que vergüenza, y tomó el camino de regreso. Llegó a la granja casi anochecido y se fue a contarle a Woffe lo que le había pasado.
- Pues has tenido suerte de salir con vida – dijo Woffe – y me alegro por ello. Espero que hayas aprendido la lección. Las zorras son muy peligrosas, ¡si lo sabré yo, que he cazado muchas y que mantengo la granja libre de ellas!
Cloe se quedó mirando a Woffe, con admiración, y pensó:
- ¡Cuánto me gustaría saber cazar!



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