Otro día "Cloe quiere... cazar"
CLOE QUIERE VIAJAR
Puede escucharse mientras
se sigue el texto en el
vídeo que figura al final
Era el mes de Marzo cuando sacaron
a Cloe de la jaula y enseguida se marchó al montón de estiércol
y se puso hasta arriba de comer bichitos, llevaba muchos meses de
comer sólo grano y ahora no le apetecía.
Pasó a saludar a Muuriel y a
Woffe, y volvió a su cacería en la Montaña de Basura, que no se
llamaba Justina ni lo sabía todo, pero era su Montaña de Basura.
Era el tiempo de:
“Volverán las oscuras
golondrinas...”
y los nidos que colgaban del
balcón, que llevaban desocupados desde Septiembre, comenzaron a
verse habitados. Cloe les daba la bienvenida a todas, compartió unos
gusanitos con una de ellas y pegaron la hebra.
- ¿De dónde vienes?
- De África del Sur, de pasar el
Invierno, porque allí no nieva ni hace tanto frío.
- ¡Qué maravilla!, pues a mí me
gustaría ir.
- No creo que puedas, porque no
vuelas.
- Sí, lo intenté una vez pero no
funcionó, sin embargo lo podría hace a pie.
- Está demasiado lejos y tardarías
años; además hay que cruzar el mar ¿ya sabes nadar?
- No, también lo intenté, pero
nanay, no obstante algo podría ver lejos de esta granja que ya tengo
muy vista.
- Claro; a una hora de vuelo, que
para ti puede ser una semana de viaje, hay un bosque precioso con un
lago azul que es una maravilla. Yo me doy un paseo por allí de vez
en cuando, porque hay unos mosquitos exquisitos, gordos y abundantes.
- Pues bien; ya me dirás en qué
dirección queda, porque he decidido ir a verlo
Así que fue a despedirse de
Muuriel y le contó lo que pensaba hacer.
- ¿Todavía no te has enterado de
que eres una gallina y no una golondrina? ¿no sabes los peligros que
te puedes encontrar?
- Pues la golondrina va allí a
menudo
- Sí, pero ella vuela y sólo le
alcanzan los peligros del aire, pero a ti, además, te alcanzarían
los que van a pie. Pregunta a Woffe y ya verás.
Cloe se fue al pie del árbol en el
que dormía a la sombra Woffe, como de costumbre, y le dijo:
- Muu me ha dicho que te pregunte
sobre los peligros que me amenazarían si salgo de la granja.
- Como gallina tienes muchos
enemigos en tierra y en el aire, pero el peor de todos es la zorra.
Es muy lista y su bocado favorito son las gallinas. Yo me he tenido
que enfrentar a unas cuantas y no creas que es fácil. Te recomiendo
que te quedes aquí.
Pero Cloe nunca atendía a razones
y, cuando tenía una idea en su cabecita, era incapaz de cambiar. Así
que una mañana temprano, sin decir nada a nadie, se puso en camino
hacia donde le había dicho la golondrina que estaba el lago.
Pudo salir de la granja por un
agujero que había en la malla de la cerca, y se internó en un
bonito valle cubierto de margaritas blancas y amarillas.
No le faltaba alimento, porque por
allí pululaba una legión de insectos, comió y siguió caminando. A
lo lejos se podía ver el borde del bosque y pensó que antes de
anochecer llegaría al fin de su primera etapa. Antes de llegar vio
un roquedo a mano derecha, con unas cuevas y madrigueras. Un conejo la
saludó al pasar y se volvió a encerrar, asustado.
Estaba anocheciendo; Cloe fue capaz
de preguntarse por qué se había escondido el conejo, pero no se lo
tuvo que pensar mucho. Un animal raro, parecido a un perro y con cola
abultada y larga se iba acercando. Por lo que le había contado
Woffe, aquello era una zorra y se notaba que se la pensaba comer.
De una ridícula carrerilla y
balanceándose, se acercó a las rocas. Encontró un agujero de su
medida y se metió lo más profundo que pudo.
La zorra quiso entrar, pero no
cabía. Metió una zarpa y casi tocó a Cloe, que se quedó inmóvil,
pegada al fondo del hueco, sin atreverse a mover ni una pluma.
Se echó la noche y la zorra
continuaba haciendo guardia en la boca de su refugio. La noche se le
hizo a Cloe muy larga y le dio tiempo a pensar una cosa, no más de
una porque le era imposible.
- Con lo bien que estaba yo en la
granja. Debía haber hecho caso a Muu y a Woffe. Si salgo de ésta
regresaré y no me atreveré nunca más a salir de viaje, es muy
peligroso.
Al clarear la mañana; la zorra,
aburrida, había abandonado la vigilancia y los alrededores. Cloe
salió, con más miedo que vergüenza, y tomó el camino de regreso.
Llegó a la granja casi anochecido y se fue a contarle a Woffe lo que
le había pasado.
-
Pues has tenido suerte de salir con vida – dijo Woffe
– y me alegro por ello.
Espero que hayas aprendido la lección. Las zorras son muy
peligrosas, ¡si lo sabré yo, que he cazado muchas y que mantengo la
granja libre de ellas!
Cloe se quedó mirando a Woffe, con
admiración, y pensó:
- ¡Cuánto me gustaría saber
cazar!
¿Lo logrará?
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