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viernes, 6 de marzo de 2015

Fábulas de Iriarte

Pongo aquí unas pocas fábulas, algunas de ellas muy conocidas, al menos en mis tiempos escolares.
(En algunas coloco barra entre verso y verso de cada estrofa para no ocupar mucho espacio en vertical)
Tomás de Iriarte nació el 18 de septiembre de 1750 en el Puerto de la Cruz, en la isla de Tenerife. Es más conocido por sus Fábulas literarias (1782), editadas como la «primera colección de fábulas enteramente originales» en cuyo prólogo reivindica ser el primer español en introducir el género, lo cual motivó una larga contienda con el que había sido amigo desde largo tiempo, Félix María Samaniego, ya que éste último había publicado su colección de fábulas en 1781, hecho de sobra conocido por Iriarte.
Puede escucharse mientras 
se sigue el texto en el 
vídeo que figura al pieÍ

EL BURRO FLAUTISTA
Esta fabulilla, / salga bien o mal / me ha ocurrido ahora / por casualidad
Cerca de unos prados / que hay en mi lugar, / pasaba un borrico / por casualidad
Una flauta en ellos / halló, que un zagal / se dejó olvidada / por casualidad
Acercóse a olerla / el dicho animal / y dio un resoplido / por casualidad.
En la flauta el aire / se hubo de colar / y sonó la flauta / por casualidad.
"¡Oh - dijo el borrico - / ¡Qué bien sé tocar! / ¿Y dirán que es mala / la música asnal?"
Sin reglas del arte / borriquillos hay / que una vez aciertan / por casualidad.

LOS DOS CONEJOS
Por entre unas matas / seguido de perros / 
(no diré corría) / volaba un conejo.
De su madriguera / salió un compañero / 
y le dijo: "Tente, / amigo, ¿qué es esto?
- "¿Qué ha de ser? - responde - / sin aliento llego... /
Dos pícaros galgos / me vienen siguiendo"
"Sí - replica el otro - /por allí los veo... / 
Pero no son galgos." / "¿Pues qué son?" - "Podencos"
"¡Qué! ¿Podencos dices?" / "Sí como mi abuelo. " / 
"Galgos y muy galgos: / bien vistos los tengo"
"Son podencos; vaya, / que no entiendes de eso." / 
"Son galgos, te digo." / "Digo que podencos"
En esta disputa / llegaron los perros / 
pillan descuidados / a los dos conejos.
Los que por cuestiones / de poco momento / 
dejan lo que importa, / llévense este ejemplo.

EL PATO Y LA SERPIENTE
A orillas de un estanque / diciendo estaba el pato: / 
"¿A qué animal dio el cielo / los dones que me ha dado?
Soy de agua, tierra y aire. / Cuando de andar me canso, / 
si se me antoja, vuelo; / si se me antoja, nado."
Una serpiente astuta / que le estaba escuchando / 
le llamó con un silbo / y le dijo: "Seor guapo, / 
no hay que echar tantas plantas / pues ni anda como un gamo, / 
ni vuela como el sacre, / ni nada como el barbo. 
Y así tengo sabido / que lo importante y raro / 
no es entender de todo / sino ser diestro en algo.

LA ABEJA Y EL CUCLILLO
Saliendo del colmenar / dijo la abeja al cuclillo: / 
"Calla, porque no me deja / tu ingrata voz trabajar.
No hay ave tan fastidiosa / con el canto como tú: / 
Cucú, cucú y más cucú, / y siempre una misma cosa."
"¿Te cansa mi canto igual? / (el cuclillo respondió). / 
Pues a fe que no hallo yo / variedad en tu panal.
Y pues que del propio modo / fabricas uno que ciento / 
si yo nada nuevo invento / en ti es viejísimo todo."
A esto la abeja replica: / "En obras de utilidad, / 
la falta de variedad / no es lo que más perjudica.
Pero en obra destinada / sólo al gusto y diversión, / 
si no es varia la invención, / todo lo demás es nada.


EL BURRO DEL ACEITERO
En cierta ocasión, un cuero / lleno de aceite llevaba / 
un borrico que ayudaba /en su oficio a un aceitero.
A paso un poco ligero / de noche en su cuadra entraba, /
 y de una puerta en la aldaba / se dio el porrazo más fiero.
"¡Ay!, - clamó - ¿No es cosa dura / 
que tanto aceite acarree / y tenga la cuadra oscura?"
Me temo que se mosquee / de este cuento 
quien procura /  juntar libros que no lee.
¿Se mosquea? Bien está. / Pero este tal, 
¿por ventura /  mis fábulas leerá?


LA VÍBORA Y LA SANGUIJUELA
"Aunque las dos picamos (dijo un día
la víbora a la simple sanguijuela),
de tu boca reparo que se fía
el hombre, y de la mía se recela."

La chupona responde: "Ya, querida
mas no picamos de la misma suerte:
yo, si pico a un enfermo, le doy vida.
Tú, picando al más sano, le das muerte."

Vaya ahora de paso una advertencia:
muchos censuran sí, lector benigno;
pero a fe que hay bastante diferencia
de un censor útil a un censor maligno.


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