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miércoles, 18 de febrero de 2015

Fábulas de Esopo





ESOPO (600 a C.) teóricamente. Hay muchas conjeturas sobre su existencia real. La falta de documentos auténticos y las contradictorias leyendas inventadas a costa de Esopo hacen dudar de su existencia; pero, tanto si existió como si no, hay muchas fábulas con su nombre, propias o atribuidas. Aquí unas pocas.

Puede escucharse mientras 
se sigue el texto en el 
vídeo que figura al final





 PESCADOR EN RÍO REVUELTO
Pescaba un pescador en un río, atravesándolo con una red de una a otra orilla; luego, con una piedra atada al extremo de una cuerda de lino, agitaba el agua para que los peces, aturdidos, cayeran al huir entre las mallas de la red. Vióle proceder así un vecino y le reprochó el revolver el río, obligándole a beber el agua turbia; mas él respondió:
 - ¡Si no revuelvo el río, tendré que morirme de hambre! 
Así sucede en los Estados: más provecho encuentran los agitadores cuanto mayor es la discordia que siembran en el pueblo.


 EL ANCIANO Y LA MUERTE
Un día un anciano, después de cortar la leña, la cargó a su espalda. Largo era el camino que le quedaba. Fatigado por la marcha, soltó la carga y llamó a la Muerte. Esta se presentó y le preguntó por qué la llamaba; contestó el viejo:
 - Para que me ayudes a cargar la leña... 
Demuestra esta fábula que todos los hombres se aferran a la vida aun cuando arrastren una existencia miserable.

 LA CORNEJA Y LOS CUERVOS
Una corneja, por azar más grande que las demás cornejas, despreciando a su especie se fue entre los cuervos y les pidió compartir su vida. Pero los cuervos, a quienes su forma y su voz les eran desconocidas, la pegaron y la arrojaron.
Y la corneja, expulsada por los cuervos, volvió entre las demás cornejas. Entonces, éstas, heridas aún por el ultraje, se negaron a recibirla, sucediéndole con ésto que fue excluida de la sociedad de los unos y los otros. 
Lo propio acontece entre los hombres. Los que abandonan su patria y prefieren otro país, en éste son mal vistos como extranjeros y, además, son odiosos a sus propios ciudadanos por haberlos menospreciado. 


 LAS RAPOSAS A ORILLAS DEL MEANDRO
 Reuniéronse un día las raposas a orillas del Meandro con el propósito de apagar su sed; pero el agua corría furiosa, y aunque se excitaban unas a otras ninguna se atrevía a entrar en la corriente.
Por fin una raposa habló para humillar a las otras burlándose de su cobardía; y, presumiendo de ser más valiente que ellas, saltó al agua atrevidamente. Pero la corriente la arrastraba al centro del río, y entonces las otras, siguiéndola por la orilla, le gritaron. 
- ¡No nos dejes, hermana; vuelve y dinos el sitio donde podemos beber sin peligro! 
Mas ella, arrastrada por la corriente, repuso: 
- Llevo un recado para Mileto; a la vuelta os enseñaré ese sitio. 
Se aplica esta lección a quienes se buscan el peligro por fanfarrones. (1)


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 (1) Esta fábula me recuerda una historia que me contaba mi primo Emiliano Valdelvira en Riópar y decía así: 
"Una zorra se cayó accidentalmente al Río Mundo y, como había Reventón reciente, la corriente era muy fuerte y se la llevaba aguas abajo. Cansada de bregar, intentando acercarse a la orilla o agarrarse a algo dijo: 
- ¡Hombre! pues hace tiempo que tenía yo ganas de darme una vuelta por Murcia. 
Siguiendo río abajo y pasando ya a la altura de Ayna, una zarza de la orilla se puso a su alcance y no se lo pensó dos veces. Se agarró, pese a los pinchazos, y consiguió salir a la orilla. Una vez a salvo dijo:

 - Bueno tampoco tenía mucha prisa por ir a Murcia, ya iré en otra ocasión"
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 PROMETER LO IMPOSIBLE
 Un pobre se hallaba gravemente enfermo. Desesperando los médicos de salvarle, se dirigió a los dioses, prometiendo ofrendarles una hecatombe y consagrarles varios exvotos si lograba restablecerse. 
Le oyó una mujer que se encontraba a su lado, y le preguntó: 
- ¿Y de dónde sacarás el dinero para pagar todo eso?
 - ¿Crees que los dioses me lo van a reclamar si me restablezco? - repuso el enfermo.
Dice esta fábula que los hombres (2) hacen fácilmente promesas sin intención de cumplirlas en efecto. 
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(2) Especialmente los políticos
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 HÉRCULES Y EL BOYERO
 Conduciendo un boyero hacia una aldea una carreta, ésta se despeñó a un barranco profundo, y en lugar de ayudar a los bueyes a salir del mal paso, permanecía allí cruzado de brazos, invocando entre todos los dioses a Hércules, por quien sentía mayor devoción. Hércules entonces se le apareció y le dijo: 
- ¡Echa mano a una rueda, hostiga a tus bueyes y no invoques a los dioses sino esforzándote tú mismo! Si así no lo haces, los invocarás en vano. (3)

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(3) De ahí viene el conocido refrán de "A Dios rogando y con el mazo dando"
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